Principalmente, la inteligencia emocional tiene que ver con la capacidad de reconocer nuestros sentimientos, los de los demás, motivarnos, motivar a otros y gestionar adecuadamente las relaciones con los demás y nosotros mismos.

El no poseer inteligencia emocional puede llevarnos al deterioro de la salud física, mental o emocional, y como resultado, seremos más vulnerables ante trastornos psicológico (depresión, ansiedad, anorexia, bulimia, insomnio, consumo de sustancias), o falta de actividad física, entre otras.

Tendencia al perfeccionismo: Somos extremadamente críticos con nosotros mismos y los demás, y sentimos que la sociedad actual nos exige mucho, lo cual afecta a nuestra salud psicológica.

Ansiedad por días laboral interminables: Exceso de trabajo, incluso más que nuestros predecesores.

Temor a tomar decisiones, debido a la hiper protección de nuestros padres, o a demasiadas opciones en la vida.

Dormir poco y comer de forma irregular: Dificultad por conciliar el sueño o despertar a media noche con asuntos pendientes. Es frecuente trabajar comiendo de pie y no disfrutar de una buena alimentación, ambos asuntos no muy saludables.

Miedo al compromiso: por cambio de prioridades, o debido a una situación financiera inestable.

Depender demasiado de los dispositivos electrónicos: Diferentes estudios concluyen que las personas que no pueden imaginarse su vida sin dispositivos son más infelices que los que no son tan dependientes de la tecnología.

Dificultades para decir «no»: nos sentimos tan criticados, que nos resulta difícil mantener las emociones bajo control. En ocasiones reaccionamos de forma violenta ante la información negativa y, cuando debemos y queremos negarnos, tenemos problemas para decir «no».

Nos preocupa mucho la inestabilidad económica: La búsqueda de esa seguridad económica se ha convertido en uno de los principales problemas.

Comportamientos narcisistas: pensamos que el mundo gira en torno a nosotros.

Ambiciosos: Afán por tener éxito y competir.